El pasado 30 de marzo AlumniUPV presentó el programa Únete Mentoring con la motivadora intervención de la alpinista iraní Parvaneh Kazemi.

Parvaneh, cuyo nombre de origen persa significa “mariposa”, le viene como anillo al dedo pues al igual que las mariposas, en determinado momento de su vida sufrió una metamorfosis que le  generó unas nuevas alas con las que sentirse mucho más libre, dedicarse a lo que le apasiona y llegar a las cumbres más altas del mundo.

Comenzó su relación con la montaña a los 35 años, cuando trabajaba como profesora de matemáticas en Irán: «Cuando empecé no tenía ni idea de montaña, pero me fascinó la paz de estar en la naturaleza, la belleza de los lugares… me llena verme tan pequeña en comparación con todo lo que me rodea». Empezó a moverse por puro placer por las principales montañas de Irán, sola o con amigos, y sin aspirar a nada se dejó llevar por su nueva pasión por la naturaleza.  «Un día un amigo me propuso ir al Damavand (de 5.610 m), el volcán más alto de Asia y la montaña más alta de Irán. Me animé a intentarlo y me di cuenta de que, si te lo crees, y lo intentas, puedes hacerlo. Poco después, otra vez de casualidad, surgió la oportunidad de hacer un viaje para intentar subir un poco más alto, y en una semana decidí que me iba a Muztagh Ata (7.509m), en la cordillera asiática de Kunlun. Sucedió lo mismo, estando allí me di cuenta que sí que podía y, simplemente, lo conseguí».

Parvaneh continuó con su nueva pasión, superando retos y convencida de que el secreto para romper los límites es simplemente intentarlo. Tan sólo 6 años después de empezar a hacer montaña, hizo historia del alpinismo convirtiéndose en la primera mujer en ascender en la misma semana el Everest y el Lhotse (de 8.848m y 8.516m, respectivamente) aunque con la humildad que la caracteriza, afirma «es algo sencillo que cualquiera puede hacer si se lo propone».

Pero las dificultades de este nuevo camino que tomó Parvaneh no sólo estuvieron en la propia ascensión en montaña, sino que tuvo que lidiar con los obstáculos de ser mujer en una sociedad muy tradicional y religiosa como es la iraní, en la que es habitual que las mujeres permanezcan en un segundo plano. Siempre ha realizado sus expediciones de manera independiente, sin apoyos oficiales, y afrontando multitud de dificultades. A día de hoy, siendo ya una alpinista consagrada, lo que realmente le llena no es batir récords o haber hecho del alpinismo su vida, sino «ser un modelo de superación para las mujeres de mi país y del mundo. Me encanta saber que mis pasos y lo que hago siembra un efecto positivo y ayuda a otras en su camino».

Parvaneh reflexiona cómo su vida cambió de rumbo: «Hasta que fui al Himalaya, compaginaba mi trabajo como profesora de matemáticas con las salidas a las montañas. A partir de aquello, decidí hacer del alpinismo mi vida, así que dejé mi trabajo y me dediqué a viajar y a formarme para ser guía de alta montaña, que es de lo que actualmente estoy trabajando, principalmente en Irán.».

La historia de Parvaneh está llena de humildad, retos y pasión, y nos contagia su afán de superación para no olvidemos que: «El primer paso para conseguirlo siempre es intentarlo».